No necesitas café

14.4.18 María 1 Comentarios




¿Serías capaz de dejar de tomar café? Yo he podido dejarlo, aunque antes pensaba que no sería capaz. Siempre me sentía cansada y el café me ayudaba a sobrellevar el día. Lo tomaba a diario, como mucho dos y a lo largo de la mañana para que no me afectaran al dormir.

Y que conste que a mí me gusta el café. Además, tengo la tensión baja y me va bien. El problema no es el café. El problema es usarlo como combustible para poder seguir con la tarea de contentar a tu jefe, a tu familia, a tu vecina del quinto y al señor que te cruzas por la calle. Da la casualidad de que todos tienen tareas, expectativas y elaboradas opiniones sobre cómo debes comportarte. Y tú eres una chica muy, muy buena, o un chico majo y encantador, y haces caso a la gente porque te gusta que a tu alrededor la gente esté contenta y bien. Vas dejando de hacer lo que te gusta hasta que te olvidas de qué es, de quién eres. Intentando encajar, haces lo que crees que ellos quieren. Pero cada vez están menos contentos. Y cada vez están menos, en general, hasta que un día te encuentras solo. Y te preguntas por qué la gente es tan difícil de contentar. Y no sabes qué hacer.

La respuesta es ni más ni menos que hacer lo que te gusta. ¿Que nadie te apoya? Pues vete acostumbrando, sobre todo al principio. Cuando te recuperes a ti mismo y empieces a estar bien dejarás de intentar contentar a los demás, les tratarás de igual a igual y construirás relaciones verdaderas. Y además tendrás mucha más energía. Este tema lo desarrolla un proverbio zen bastante cabrón: si lo tienes, te lo doy; si no lo tienes, te lo quito.

Y tómate una taza de café, o dos, o veinticinco. Pero sólo mientras haces lo que a ti te dé la gana.

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